Hilo fino si tejo destino,
utilizo la seda de tu tez
para obligar su marcha.
Y te observo…,
desnudo
y sin abrigo.
No,
que no apelo al olvido,
que no hay razones,
que no existen motivos.
Que te quiero, porque te quiero
y me tapo los oídos
cuando emerge a la superficie el sentido.
Porque amarte
es mi designio
y no pretendo argumentar por qué,
ya que solo proyecto en esta vida,
formar parte de tu piel
y que me utilices de vestido.
Ole, ole y reole. Genial, como lo es mi poeta.
ResponderEliminarY al que no diga ole, que se le seque la hierbabuena...
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