Y muerdes alma y sentimiento,
despedida que regresas…,
y prendes la vida en sustento
porque navego entre sueños creados de tu
mano.
No pretendo ser dueña del arcoiris,
ni gobernar la nave que me dirige a ti.
Solo quiero ser entrega diaria
de sed saciada
y grito de guerra que mantenga despierta
la piel,
de sorpresas y buenas nuevas que
acompañen
el camino emprendido, justo antes de
nacer.
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